La autolesión es un síntoma
Me ocupa la cabeza, me ocupa el pensamiento, me ancla la mirada
en la piel y en la herida.
Captura mi atención, concentra mi energía, tensiona mi aire y anula todo alrededor, mientras me ocupa toda.
Me ocupa mientras todo lo demás se borra.
Me marca mientras todo lo demás se diluye.
Me ocupa durante, me va ocupando anticipadamente y me sigue ocupando después.
Me distrae, me interrumpe y se me adhiere sin permiso.
Si le detengo el paso.
Si la tomo entre mis manos y la alejo para observarla como cosa rara.
Si le pregunto ¿Cómo estás? ¿Qué estás haciendo?
ya no sé si me ocuparía del mismo modo.
Si la interpelo como a un ser extraño y le pregunto
¿has oído lo que dicen?
¿has oído que eres síntoma de algo?
No sé con certeza lo que respondería.
Quizá la saque a caminar,
le invité un té
o la lleve al campo a contemplar el verdor húmedo de la mañana.
Quizá allí, esta rareza me responda algo.
Respuestas más allá del palabrerío que abunda en las explicaciones inmediatas y superficiales.