1. Reconocí que tengo una forma de vivir, expresar y manejar las emociones que me resulta problemática.

2. Entendí que la autolesión puede ser una pista de ayuda que me indique ciertas direcciones sobre temas que debo atender en mi vida.

3. Fui a terapia; a la adecuada, a la pertinente. Fui afortunada pues conté con la guía de dos tremendas mujeres: Martha y Dora. Este contacto lo establecí mediante el sitio web de la Sociedad Internacional de Autolesión. https://www.autolesion.com/

4. Inicié por mi propia iniciativa un proceso en terapia: fui con la intención de conocer las causas subyacentes a mi autolesión.

5. Seguí yendo a terapia.

6. Continué en terapia.

7. Persistí en terapia.

8. Fui conectando (dentro y fuera de terapia) con las memorias, el dolor, las pérdidas, las necesidades, las herramientas, las incapacidades, la ignorancia y los ejercicios.

9. Comencé a hablar sobre lo que me sucedía, lo que me había sucedido, lo que estaba aprendiendo. Lo hablé con personas significativas: amigxs, madre, padre, hemanxs.

10. Me lancé al juego poético de generar videos performáticos donde pudiera explorar intuitivamente mi experiencia.

11. Observé con calma el resultado para darle a una cierta coherencia a quien se permita observarlo.

 

Conviene decir que Táctil comenzó como un proyecto sobre la autolesión, pero que en el camino de entender las causas subyacentes a mi autolesión, me fui encontrando con antiguos duelos, viejas heridas, incapacidades arraigadas, hábitos, dificultades y otras realidades que sigo trabajando. Así, de la autolesión resbalé hacia la piel, de la piel caí a las huellas del pasado, el pasado me condujo a la identidad, la identidad demandó autoestima, la autoestima requirió autocuidado y el autocuidado me enlazó con lxs otrxs.

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