Éste ha sido un proyecto de largo aliento. Principalmente ha sido un proceso de sanación y de autodescubrimiento. Inició hace algunos años, por allá de 2014, cuando noté en internet una tendencia a hablar del tema en foros, blogs y salas de chat. Para entonces yo me contaba entre las personas que recurren a la autolesión y me vi identificada con algunas personas que expresaban su experiencia en línea. Sin embargo, tuvieron que pasar muchas horas frente a la computadora para encontrar información confiable y espacios de apoyo cercanos a mi territorio.

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Este no es el primer proyecto que realizo en proximidad a temáticas personales, a decir verdad, considero que la creación artística es un vehículo para conocerse y comprenderse. En mi caso, el arte me impulsa a abordar ciertas problemáticas que me afectan hondamente.

 

Podría justificar esta tendencia autobiográfica con ejemplos, teorías y explicaciones sobre lo autobiográfico en el arte o más fácil aún, en el arte-acción o performance.  Pero ya que la intensión de este proyecto es situarse como una experiencia personal abierta a la mirada pública, con miras a contribuir un poco a la comprensión de la autolesión, considero más prudente mencionar que esta forma de trabajo artístico está vinculada a mis dificultades en la regulación de las emociones, el autocuidado y la relación con otrxs. Quizá la práctica artística me ayuda a compensar ciertas carencias, o quizá es en sí una habilidad desarrollada como estrategia de sobrevivencia. 

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Así, el pretexto del arte me ha permitido entenderme y caminar hacia una suerte de paz. Ha sido útil en ese sentido, pero no ha venido solo. En paralelo al desarrollo de este proyecto, he recibido el acompañamiento, la contención y la confrontación con personas significativas, con mi terapeuta a quien le agradezco de mente y corazón el impulso que me ha dado, a mi mamá, papá, hermanxs y mis amigxs. 

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Por todo esto no puedo juzgar los textos y videos que conforman Táctil como una obra acabada, más bien son huellas de un proceso profundo que sigo comprendiendo. Desde mi punto de vista, su valor radica más en el ejercicio de autoconocimiento que en el producto artístico. Gracias a la distancia que permite la creación de una obra, puedo comprender desde otra perspectiva mi propia conducta.

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